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Los ciclos.

  El día 27 de diciembre a las ocho de la mañana pasé por el laboratorio del hospital ya que lo primero es analítica de sangre, principalmente les interesa ver cómo estás de defensas, puede ocurrir   que no te den el ciclo si no vas bien, en mi caso al ser la primera vuelta no había problema, pero del pinchazo no te libras. Después pasas al hospital de día, yo estuve cinco horas y media con las infusiones que traen en bolsas envueltas en papel de aluminio, se ve que la luz afecta a la composición de las sustancias. Poco tengo que contar, se te entumecen las piernas   y se te duerme el culo de pasar tantas horas sentado. Si tienes que ir a hacer pis, desenchufas el perchero de la corriente que alimenta la bomba de infusión y con las bolsas de papel de aluminio colgando en una versión cutre de un árbol de Navidad,   acompañado de tu nuevo amigo evacuas, y vuelta a la silla de tortura. La sensación más desagradable de ese día fue ver cómo bajaba un líquido de color naranja fluorescente

Aceptación, resiliencia y recursos.

  El cáncer no es una enfermedad desconocida para mí. Mi madre tuvo su lucha personal hace unos años. Mi suegro no hace un año que nos dejó de manera fulminante por lo mismo. A el primer sobrino de mi mujer, siendo un bebé, mi suegra venía observándole un reflejo raro en uno de los ojos que resultó ser un retinoblastoma. El mejor amigo de mi hija pequeña batalla con la leucemia desde bien chiquitín y abriendo el círculo ves que es una enfermedad que se extiende entre nosotros como un vertido de petróleo lo hace en el mar. Es una marea negra  implacable que envenena nuestras vidas, se impregna en el enfermo y en todos los que están cerca causando estragos haya por donde pasa. Y aún siendo una enfermedad  casi podría decir popular, cuando te mira de frente, sientes que se te hiela hasta el último poro de tu piel. Con tan diferentes tipos de cáncer y las referencias que tenemos todos, por ejemplo, de personas famosas y sin problemas económicos para irse al mejor hospital del mundo, con lo

Una mala noticia. 14 de noviembre.

  Esa tarde me sentía algo inquieto, no sé bien como describir la sensación, pero es como una sutil corriente de energía, poco más que un hormigueo subiendo por la espalda. Decidí hacer unos estiramientos sobre la colchoneta que utilizo para hacer yoga, practicar unas respiraciones… El teléfono móvil comenzó a vibrar, un número muy largo en la pantalla y un aviso de la aplicación que detecta números sospechosos avisándome de posible fraude, pero sabía que tenía que contestar, quizá ese hormigueo sea algo parecido a lo que sienten los pájaros cuando comienza un terremoto y es aún indetectable hasta para los sismógrafos, no saben lo que pasa, pero hay algo que les dice que tienen que echar a volar. Al otro lado de la línea me preguntaba Juan Carlos, mi médico de medicina general si estaba cerca. -           Sí, estoy en casa. -           ¿Puedes pasarte por el centro de salud? -           Sí claro en cinco minutos estoy ahí.-Contesté con un pulso que se aceleraba   de manera