Día a día.
El
transcurso de los ciclos es una ruta tediosa, cada vez se hace más cuesta
arriba, el cansancio llega antes y tarda más en marcharse, las náuseas, el
malestar general y la debilidad que te provoca la quimioterapia va supliendo
los efectos negativos que me ocasionaba la propia enfermedad. Quizá siga ahí,
latente, agazapada esperando que llegues al final del tratamiento para darte
una nueva bofetada, pero cuando tienes la suerte de responder a la quimio y vas
acumulando ciclos, son esos mismos, los que te hacen daño tanto físico como
emocional. El paso de los meses viviendo una experiencia traumática deja
cicatrices por dentro y por fuera, las mías siguen abiertas y hay veces que
siento que me desgarro por dentro, se me acaban las ideas, las estrategias y
los motivos que me ayudan a mantener algo de ilusión y ganas para un futuro
siempre incierto pero que cuando estás sumergido en esta pesadilla se presenta
como un horizonte oscurecido por una profunda borrasca, ensombrecido y
tenebroso.
Aun
así, no he cejado en el empeño de tratar de hacer todo lo que ha estado en mi mano
por sobre llevarlo de la mejor manera posible, es cierto que he tenido días donde
sólo querer dormirme a veces pensando que me daba igual no despertarme. Noches
de insomnio, escalofríos, dolor, sudores, temblores, rabia,
tristeza, impotencia, desesperación y miedo. He tirado de donde no
había ni fuerzas ni ganas para levantarme de la cama todos los días, tener una
rutina de pequeños objetivos, tomar el desayuno y las pastillas, hacer pequeñas
tareas domesticas, ir a la compra y cuando el cuerpo me daba tregua incluso
salir a caminar. Y para nada ha sido fácil, cuando te mueves como si estuvieras
a ocho mil metros de altura, con pasos que a pesar de ser cortos te cuestan la
misma vida, ahogándote entre la falta de aire y esa maldita tos agarrada a tu
pecho provocada por virus o bacterias oportunistas que se suman a la fiesta en
un cuerpo debilitado y sin defensas.
Pensé
escribir los pensamientos más oscuros que acudieron a mi cabeza escoltados por unos demonios en una orgia descontrolada de terror
fortalecidos ante mi flaqueza, pero creo que volcarlos en el papel les iba a
dar más fuerza y me lastrarían empujándome a un abismo insondable, están ahí, por
las noches me acorralan cuando duermo, despertándome en la madrugada con el pulso acelerado
sudando, asustado, desorientado y con una intensa sensación de fragilidad.
En
un ejercicio de auto motivación he ido buscando razones que iluminen una senda
oscura y fría que comencé a recorrer en un día lóbrego de mediados de noviembre.
Me intento convencer de la oportunidad que es esta enfermedad para aprender, para evolucionar, como escribí en mi primera entrada para simplemente ser mejor persona. Quizá de algo me haya servido, quizá a dar el valor que de verdad le corresponde a cada momento y cada circunstancia, desechando y restando importancia a lo que antes me parecían problemas que aún siendo irrelevantes permitía que me atormentasen o me provocaran estar de mal humor. Quizá he llegado a vislumbrar el sentido que tenían las lecturas en las que no comprendía lo que significada trabajar el agradecimiento. Dar las gracias por abrir los ojos un día más aunque se presentará complicado y con una agenda de eventos desagradables, ya que también existía la posibilidad de que pasara algo bueno, por ínfimo que pudiera parecer, aún visto desde un punto pesimista.
Como la vida nos viene regalada no le damos el
verdadero valor que tiene, sin embargo los días que me quedan están trabajados
con empeño, sudor, desvelos, dolor y lágrimas, cuando algo lo consigues con
esfuerzo lo valoras más, quizá tenía que pasar por esto para aprender a vivir
en el presente y saborear cada segundo con la intensidad de conocer que después
de todo, es un tiempo finito que no debería mal gastar absurdamente quejándome
del pasado o temiendo al futuro.
Y esto
sólo lo he vislumbrado, quiero seguir esa senda de luz dejando a un lado el
camino de las tinieblas.
Como
decía antes, la vida nos viene regalada y es una elección libre como queremos
vivirla, pero las personas que por mis circunstancias u otras parecidas, tienen
que luchar por alargarla están en la obligación de aprovechar cada minuto
conseguido. Aunque por mucho que vuelque mis emociones no las consigo transmitir con claridad. Mi intención
es demostrarme que este reto merece la pena, que cada esfuerzo es tiempo ganado,
recordarme que a pesar de todo soy afortunado ya que tengo la oportunidad de
conseguir una prórroga, hecho que muchos otros hubiesen querido para si.
Creo
que una de las conclusiones a las que he llegado es que cuando tienes esta
enfermedad la lucha es contra uno mismo y no contra el cáncer, en algunos casos
porque contra él no te queda opción, y en los demás, porque la posible cura se
vende cara, y está en cada uno de nosotros la decisión de escoger el Vía Crucis
del tratamiento y en como batallar contra toda la penitencia por la que nos va
a hacer pasar, o simplemente cejar en el intento. Lo que tengo claro en mi caso,
es que sin haberme sometido a la quimio con todos sus contras, hoy no estaría
escribiendo esto.
Casi
siempre que escribo es cuando me sumerjo en la pesadumbre y el agotamiento, es
una manera de aliviar la presión, una vía de escape, igualmente acudo a releer
lo que escribo porque se que en ello, a pesar de parecerme que están ocultos, se
encuentran los motivos, las estrategias y la razón de seguir día a día. Muchas
veces tengo que repetirme “vamos, día a día”, en un tratamiento tan largo hay
que hacerlo así, cuándo te dejas llevar por el miedo o la ansiedad y lo miras
todo de manera global te desesperas, todo son dudas, cuantas cosas malas te
pueden pasar, que no toleres un tratamiento, o un medicamento, que todo se
retrase por cualquier circunstancia, efectos secundarios, otras enfermedades y
un largo etcétera de dudas y preocupaciones que no hacen otra cosa que restar
energía y generar inquietud. Tengo que mejorar en eso, no cuestionarme el
futuro ya que es impredecible, sólo ir día a día.
Una
vez finalizados los ciclos repetimos las mismas pruebas que al comienzo, además
de las analíticas de sangre que venían dando pistas de la repuesta positiva del
tratamiento , he vuelto a pasar por el Pet-Tac que no ha detectado enfermedad
al comparar la imagen del principio, con incontables adenopatías mesentéricas ,
con la de ahora, en la que no hay nada, el resultado es una remisión metabólica
completa.
Una nueva biopsia nos dirá cómo fue el tratamiento
afinando más que el Pet-Tac, en esta ocasión fue con anestesia local, la
primera vez aprovecharon que me durmieron para otra pruebas, así que otra vez llegué
algo nervioso por el miedo a lo desconocido, preocupado por cuanto me iba a
doler aquello, pero no fue para tanto, me he hecho algún empaste sin anestesia
que ha dolido más.
La aféresis
me fue bastante bien, llegué muy nervioso, tensión por las nubes y pulso
desbocado, me dijeron que estimaban unas cuatro horas para extraer las células
madre de la sangre y en poco más de una hora me habían despachado. La
preparación para esa prueba si es algo fastidiosa, durante cuatro días tuve que
inyectarme un medicamento que activa la médula. Los dos primeros días no noté
ningún efecto significativo, los siguientes estuve molido, sobre todo la zona
de la cadera me dolía a rabiar, la noche antes de la aféresis no dormí nada por
las molestias, y encima allí, durante el proceso no dejan que te duermas. En mi
caso me cogieron las vías de entrada y salida en los brazos, eso simplifica el
proceso porque si no se puede así, tiene que ser por una vía central e incluso
puedes quedar ingresado. La sangre pasa por una máquina que separa las células
que interesan y el resto de la sangre vuelve a tu cuerpo. Esos efectos secundarios
provocados por las doce inyecciones que me puse son una señal positiva porque
indican que la médula está activada, así que el dolor que no te deja dormir es
un alivio a la vez, ya que señala que la preparación está funcionando,
necesitaban para garantizar el trasplante que produjese dos millones de células madre, me extrajeron
seis millones. ¡Que no hay huevos…! ¡Sujétame
el cubata!
Otras
pruebas necesarias son un nuevo ecocardiograma, sin novedad, lo único que me
había bajado algo es la frecuencia de eyección, previamente tenía 78, y ahora
72, antes un poco por encima de la media pero la falta de actividad física
resta forma. Una espirometría por difusión me falta por hacer y con todo ello
cita pendiente con la doctora que coordina los trasplantes.
Seguimos…
día a día.
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