EL azar y la realidad incómoda.

Tener tiempo como consecuencia de mi baja médica hizo que durante un periodo entre otros pensamientos rumiantes le diera vueltas al asunto del azar.

Todo comenzó cuando un día leyendo sobre mi monotema recurrente del cáncer, vi una frase que decía "El cáncer no te toca, te llega." Aún no tengo claro si comparto esa idea o si llego a entenderlo. El hecho de que algo te toque o te llegue es sólo cuestión de azar.

 Según la RAE la palabra significa casualidad, caso fortuito, desgracia imprevista o causa de sucesos imprevisibles. Si te vas al ámbito filosófico encuentras que para Aristóteles el azar es cuando un determinado resultado ocurre en discordancia con las causas que debieran producirlo, además distinguen dos tipos de azar, el epistemológico (No entendemos las causas de un fenómeno) y el ontológico ( Todo es aleatorio).

 Si después de esto has continuado leyendo las meditaciones plasmadas en este blog sobre mi experiencia con el cáncer, eres una singularidad reseñable de entre los ocho mil millones de personas que nos arrastramos por el planeta.

Uno de los libros que aún no he terminado, pero que recomiendo si quieres conocer algo del cáncer es "El emperador de todos los males" está escrito por un oncólogo Siddhartha Mukherjee.

La palabra que nombra esta pandemia humana proviene del griego "KARKINOS" que significa cangrejo, fue Hipócrates quién bautizó así la enfermedad, cuando en las autopsias describía tumores que se extendían desde un órgano hacia otros con algo que se podía asemejar al cuerpo y las patas de un cangrejo.

Una gran parte del rebaño humano, yo el primero, hemos conocido el cáncer desde el miedo del que no sabe bien lo que es, pero con unos conceptos claros, si te lo diagnostican, los boletos de morirte son muchos, y si no, sabes que el tratamiento te lo va a hacer pasar mal.

Decía Epicteto " No son las cosas las que nos perturban, sino la interpretación sobre ellas." 

Entiendo la teoría, que te digan que tienes cáncer no te hace daño, al menos físico, pero no aceptarlo, el desconocimiento y las opiniones generadas a raíz de una noticia tan perturbadora provoca en nosotros sufrimiento. En estas cavilaciones se me quedan muchos flecos sueltos. Mi experiencia fue.

- Tienes un linfoma...

- "Emoticono de me explota la cabeza" 

Guardé la compostura pero el cortocircuito emocional ya está ahí y duele. No es una interpretación subjetiva. Duele físicamente. Y a partir de ahí los pensamiento catastróficos salen disparados como agua que rompe una presa. Luego puedo decirme cien millones de veces que tengo que ver la enfermedad como una maestra que me va a mostrar el camino de la virtud, y que voy a encontrar en los más pequeños anclajes emocionales el sentido o propósito de la vida. He caminado muchos kilómetros practicando una meditación activa y positiva, y doy fe de que sí es una herramienta, pero no es una varita mágica, y muchas veces no funciona.  

Por otro lado está la realidad incómoda, el maldito algoritmo me hace ver constantemente videos de gente que está pasando por algo parecido. Fotos sonriendo mientras te rapas el pelo o estas enchufado a la bomba de infusión, sacando bola de bíceps con el Hastag "Soy más fuerte" o "Fuck  Cáncer", y sí que le jodan, pero las sonrisas son vacías, por dentro estás hecho polvo física y emocionalmente, tienes miedo y te ahogas en un océano de incertidumbres, y pasas dolor y ansiedad y te sientes débil como no creías que te podías llegar a imaginar y hay momentos que crees que no vas a aguantar, otros en los que te enfadas le plantas cara a tus temores y gritas en alto que quieres morirte y otros que de verdad temes que pase.

Esa es la realidad, y cuando sale la gente en los hospitales tocando una campana por que  se han curado, realmente no es así, han logrado superar  un maldito y durísimo episodio, pero sólo es el prólogo de un libro que nadie quiere leer, solo hay que verlos, demacrados, inmunodeprimidos, con sarcopenia, muy por debajo de su peso, una sombra de lo que fueron.

No estás curado, simplemente no se detectan rastros de la enfermedad, pero hay secuelas físicas y emocionales, tratamientos con infinidad de medicamentos, en algunos casos para siempre, analíticas constantes que te despiertan dudas y miedos aletargados, y cualquier sensación diferente en tu cuerpo, un leve dolor, un pequeño bulto, un día más débil, que una noche tengas algo de fiebre, desata todas las alertas y tiemblas con pensar que todo tiene que volver a empezar y el maldito azar te volvió a pasar una mala jugada.


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