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Despertar con dolor.

 Despertar con dolor se ha convertido en algo habitual. Una pareja de baile que no sigue tu ritmo y te pisa los pies.  Convivir con el dolor es evidente que resulta incómodo: te impide descansar, interrumpe los sueños, agota el cuerpo y arrastra el ánimo por el suelo sin atisbo de piedad. Pero lo más difícil no es solo el dolor que ya conoces, sino ese otro, nuevo, el que aún no tiene nombre ni causa, el que se presenta sin avisar, como un extraño que llama a tu puerta en mitad de la noche provocando que el corazón amenace con salirte del  pecho. Y entonces despierta el miedo.  La mente corre más rápido que la razón: “¿Qué será ahora? ¿Una señal más? ¿Un síntoma peor? ¿Otro aviso del cuerpo que ya no entiendo?”. La incertidumbre duele más que el dolor. Porque cuando no sabes qué lo provoca, tampoco sabes cómo enfrentarlo. Hay días en los que uno se levanta con más preguntas que fuerzas. Y sin embargo, te levantas. Quizá no porque seas fuerte, sino porque no queda ot...

EL azar y la realidad incómoda.

Tener tiempo como consecuencia de mi baja médica hizo que durante un periodo entre otros pensamientos rumiantes le diera vueltas al asunto del azar. Todo comenzó cuando un día leyendo sobre mi monotema recurrente del cáncer, vi una frase que decía "El cáncer no te toca, te llega." Aún no tengo claro si comparto esa idea o si llego a entenderlo. El hecho de que algo te toque o te llegue es sólo cuestión de azar.  Según la RAE la palabra significa casualidad, caso fortuito, desgracia imprevista o causa de sucesos imprevisibles. Si te vas al ámbito filosófico encuentras que para Aristóteles el azar es cuando un determinado resultado ocurre en discordancia con las causas que debieran producirlo, además distinguen dos tipos de azar, el epistemológico (No entendemos las causas de un fenómeno) y el ontológico ( Todo es aleatorio).  Si después de esto has continuado leyendo las meditaciones plasmadas en este blog sobre mi experiencia con el cáncer, eres una singularidad reseñable de ...

El trasplante de médula.

  El viernes siete de junio recibí una llamada de la hematóloga que coordina los ingresos para los trasplantes. -El lunes te pasas por el hospital para realizar una PCR y si todo está ok, el martes por la tarde ingresas para iniciar el procedimiento. Así que dos meses después de haber finalizado la quimioterapia, con algo más de peso y un poco mejor de forma física ingresaba en la novena planta del HUCA. Las habitaciones de la planta de trasplantes son algo diferentes, la puerta es doble con un pasillo en medio   que se utilizan a modo de esclusa, la ventilación se realiza en circuito cerrado con filtros para el aire y otros dispuestos en los grifos del baño para purificar el agua, todo con la idea de mantener el mayor aislamiento posible   a virus y bacterias. La misma tarde del ingreso me pusieron en el interior del brazo izquierdo a la altura del bíceps un PICC, me realizaron una pequeña operación con toda su parafernalia donde a través de una vía me introduj...

Día a día.

    El transcurso de los ciclos es una ruta tediosa, cada vez se hace más cuesta arriba, el cansancio llega antes y tarda más en marcharse, las náuseas, el malestar general y la debilidad que te provoca la quimioterapia va supliendo los efectos negativos que me ocasionaba la propia enfermedad. Quizá siga ahí, latente, agazapada esperando que llegues al final del tratamiento para darte una nueva bofetada, pero cuando tienes la suerte de responder a la quimio y vas acumulando ciclos, son esos mismos, los que te hacen daño tanto físico como emocional. El paso de los meses viviendo una experiencia traumática deja cicatrices por dentro y por fuera, las mías siguen abiertas y hay veces que siento que me desgarro por dentro, se me acaban las ideas, las estrategias y los motivos que me ayudan a mantener algo de ilusión y ganas para un futuro siempre incierto pero que cuando estás sumergido en esta pesadilla se presenta como un horizonte oscurecido por una profunda borrasca, enso...

Los ciclos.

  El día 27 de diciembre a las ocho de la mañana pasé por el laboratorio del hospital ya que lo primero es analítica de sangre, principalmente les interesa ver cómo estás de defensas, puede ocurrir   que no te den el ciclo si no vas bien, en mi caso al ser la primera vuelta no había problema, pero del pinchazo no te libras. Después pasas al hospital de día, yo estuve cinco horas y media con las infusiones que traen en bolsas envueltas en papel de aluminio, se ve que la luz afecta a la composición de las sustancias. Poco tengo que contar, se te entumecen las piernas   y se te duerme el culo de pasar tantas horas sentado. Si tienes que ir a hacer pis, desenchufas el perchero de la corriente que alimenta la bomba de infusión y con las bolsas de papel de aluminio colgando en una versión cutre de un árbol de Navidad,   acompañado de tu nuevo amigo evacuas, y vuelta a la silla de tortura. La sensación más desagradable de ese día fue ver cómo bajaba un líquido de color na...

Aceptación, resiliencia y recursos.

  El cáncer no es una enfermedad desconocida para mí. Mi madre tuvo su lucha personal hace unos años. Mi suegro no hace un año que nos dejó de manera fulminante por lo mismo. A el primer sobrino de mi mujer, siendo un bebé, mi suegra venía observándole un reflejo raro en uno de los ojos que resultó ser un retinoblastoma. El mejor amigo de mi hija pequeña batalla con la leucemia desde bien chiquitín y abriendo el círculo ves que es una enfermedad que se extiende entre nosotros como un vertido de petróleo lo hace en el mar. Es una marea negra  implacable que envenena nuestras vidas, se impregna en el enfermo y en todos los que están cerca causando estragos haya por donde pasa. Y aún siendo una enfermedad  casi podría decir popular, cuando te mira de frente, sientes que se te hiela hasta el último poro de tu piel. Con tan diferentes tipos de cáncer y las referencias que tenemos todos, por ejemplo, de personas famosas y sin problemas económicos para irse al mejor hospital del...

Una mala noticia. 14 de noviembre.

  Esa tarde me sentía algo inquieto, no sé bien como describir la sensación, pero es como una sutil corriente de energía, poco más que un hormigueo subiendo por la espalda. Decidí hacer unos estiramientos sobre la colchoneta que utilizo para hacer yoga, practicar unas respiraciones… El teléfono móvil comenzó a vibrar, un número muy largo en la pantalla y un aviso de la aplicación que detecta números sospechosos avisándome de posible fraude, pero sabía que tenía que contestar, quizá ese hormigueo sea algo parecido a lo que sienten los pájaros cuando comienza un terremoto y es aún indetectable hasta para los sismógrafos, no saben lo que pasa, pero hay algo que les dice que tienen que echar a volar. Al otro lado de la línea me preguntaba Juan Carlos, mi médico de medicina general si estaba cerca. -           Sí, estoy en casa. -           ¿Puedes pasarte por el centro de salud? - ...